Inauguración

No tenía pensado inaugurar este blog así, pero creo que se lo merece.

Hace días, lloraba por una mujer que no conocía, sólo sabía su nombre: Rocío Piñeiro. Quizá habéis oído hablar de ella; quizá no.

Rocío Piñeiro murió asesinada hace más o menos un mes. Pensaréis que también han muerto otras mujeres, pero ésta tenía una historia que me hizo pensar si de verdad luchamos por lo que queremos.

Rocío Piñeiro tenía 36 años y estaba embarazada de su primer hijo varón, al que iba a dar a luz dos días antes de que la mataran.

Rocío tenía problemas de fertilidad y había sufrido varias abortos. Finalmente, consiguió quedarse embarazada de Álvaro, gracias a su ilusión por poder tener un hijo.

Emocionada con este hecho, acudía a la Iglesia para escuchar misa y para que todo le fuera bien. Hasta que un demente acabó con su vida en el mismo lugar en que daba gracias al Señor por darle un hijo.

El Samur consiguió salvar al bebé tras hacerle una cesárea a su madre, a la que nunca pudo conocer.

Finalmente, el pequeño Álvaro, que había sufrido graves lesiones cerebrales debido a que estuvo sin respiración 15 minutos, murió cuatro días después de la intervención.

¿Se merecía Rocío la muerte, sin llegar a conocer a su pequeño, al que tanto deseaba? ¿Se merecía Álvaro morir, sin llegar a ver a su madre?

¿Se merecían ambos que un “loco” se interpusiera en su vida?

La respuesta es clara: NO.

Pero la muerte no tuvo piedad con ninguno.

Por último, me gustaría pediros un pequeño minuto de silencio, por Rocío, una mujer que no dejó de luchar por lo que quería, y por Álvaro, que, siendo tan sólo un bebé, sufrió lo inimaginable.

Descansen en Paz.

No permitas que la mano que cojas sea también la mano que te hunda.